Tianguis Mezcalero: organizarnos desde los afectos. Entrevista con Paloma Rivera.

Introducción:

Paloma es una gran maestra. En esta entrevista Paloma cuenta cuáles son las relaciones y las formas de accionar del Tianguis Mezcalero que están atravesadas, no solamente por los mecanismos que comúnmente nos dicen que sostienen a las empresas, sino por una serie de relaciones de cariño y afecto que trascienden la propia organización del Tianguis.

Algunas personas, bien podrían colocar estos valore de cuidado, de cariño, dentro del marco del ecofeminismo, una perspectiva que se conduce haciendo una crítica al capital y a las relaciones de poder económicas que consideran peyorativas las labores de cuidado. Como leerán, para el tianguis, estas relaciones son las que sostienen este trabajo.

Esta es una charla de organizaciones que está muy lejos del emprendedurismo, pero que todas las personas que están envueltas en organizaciones y emprendimientos podrían tomar en cuenta para comenzar a poner atención en los procesos humanos complejos que son parte de convivir en bienestar.

Paloma, además nos cuenta sobre las relaciones sociales, ecológicas, afectivas, espirituales que atraviesan a este destilado para poder presentar por qué el Tianguis es una presencia, una organización, una comercializadora que tiene muchas identidades, que a veces, incluso, deja de ser un Tianguis para convertirse en un espacio de cultivo de amistad y cariño.


Expresiones Bioculturales: Paloma, ¿qué te ha llevado a cultivar una organización como lo es el Tianguis Mezcalero?

Paloma Rivera: Esto viene de un asunto personal, de algo individual con miras a lo colectivo. Lo colectivo no es exactamente de dónde vengo yo. Yo no pertenezco a un pueblo o a un territorio que yo identifique tan claramente. Ni siquiera tengo un sentido de pertenencia por la colonia en donde crecí o la escuela a la que fui. Más bien he tenido un montón de experiencias contradictorias y confusas, por eso estoy en esa búsqueda de algo que me dé sentido y arraigo, con ganas de encontrarme con quiénes quiera sentirme con algo en común.

Ahora que mi vida está atravesada por el mezcal, el proyecto de vida tiene forma de “Tianguis Mezcalero”, pero a veces no tiene forma de eso, a veces tiene forma de la fiesta a la que me invitan los Partida en Zapotitlán y a veces tiene forma de ser aprendiz, lectora, escucha, viajera. Este camino me ha llevado a encontrarme con personas con las que podría decirse que no tenemos nada en común. No tenemos cruces con respecto a historias familiares e inmediatas. No hay nada en lo cercano, pero ahí es dónde está lo más fuerte que me ha pasado con el mezcal que es poderme encontrar y sentir bien, feliz y tranquila en comunidad. Me siento comprendida por personas que tienen que ver con este tema que es el mezcal. Esto es lo común que nos convoca.

Eso está atravesado por los afectos. Por la afinidad y los afectos que de pronto se encuentran y sobre estos se construye. A mí me interesa hacer esto después de lo que yo he aprendido de otras experiencias organizativas como una cooperativa de encuadernación y de conservas en dónde participé. Comenzamos a hacer muchas cosas con gente a la que no conocíamos tanto. De no conocernos, pasamos a plantearnos una cosa muy racional e ideológica que era la que nos convocaba. Al no conocernos, no nos queríamos, por lo tanto, finalmente eso reventó. No éramos personas que quisiéramos estar con nosotras porque no nos queríamos.

En 2019 el Tianguis Mezcalero regresa para poder hacer las vendimias que empezaron en 2015 con personas con las que yo me quería mucho. Este es un mensaje claro: sentados, reunidos para comer, para compartir Eduardo, Sofía, Rodrigo, Ana y Abraham empezamos a hacer cosas y a desear estar más juntos porque nos queríamos. No sólo queremos hacer esto en el espacio y la convocatoria que pueda proponer el Tianguis Mezcalero, sino que también es algo más grande. Por eso nos han convocado otros como el tianguis de productores de una compañera, la cooperativa La Imposible, profesores, y hemos ido. En ese sentido, la organización toma distintas caras de lo común que es el cariño.

Eso también se comprueba con los productores. Es una cosa que va de ida y vuelta y en distintas direcciones. Y para cerrar el círculo, empieza a pasar con los consumidores. Nosotros estamos platicando de personas que queremos, de procesos que apreciamos, de bebidas que nos emocionan y eso trae cariño. La gente percibe eso, por eso nos hacemos amigos o también hacemos otras cosas juntos, más que vender mezcal o hacer una feria. Estamos ahí compartiendo tiempo y afecto.

EB: ¿Qué tipo de organización es la que deseas y qué tipo de organización es la que quieres proyectar hacia afuera de ti?

PR: El asunto mezcalero es tan multifactorial que la lectura es muy compleja. Hay mucha información. En este contexto de mercado, la industria aplasta todo lo que no es vendible hasta que se vuelve capitalizable. También ha pasado, por ejemplo, que lo roto, lo cutre, lo mugroso es chido y está de moda. El mezcal tiene ciertas cosas de eso y algunas se van aceptando por un interés capital. Pero es muy complicado porque al mismo tiempo que es una necesidad de los productores vender e insertarse en el mercado. Esto, en parte, va en contra de mi formación zapatista, los compas siempre van por el camino de la autonomía, por la libre, por el otro lado. Acá, en el mezcal, el logro de la lucha es pertenecer, haber entrado a estos reconocimientos. Por mi parte, tengo que mantenerme fiel a lo que les gusta a los productores y han sido. Yo intento respetar el aprecio que tengo a esas otras expresiones de libertad, pero es difícil porque de este lado navegamos en medio de tiburones. Hay una gran necesidad de aprender a decir que no, aprender a defender.

El gran reto es cómo volvernos sostenibles, sostenernos de nuestro trabajo en Ciudad de México sin caer en dinámicas depredatorias, sin empezar a vender porquerías que representan lana que nos podría dejar un margen de ganancia, pero entonces nuestro trabajo ya no tendría que ver con lo que apreciamos.

La pregunta es, ¿hasta dónde poner en la vanguardia a nuestro pensamiento y acciones ideales y cómo ir negociando con el mundo?

“Este proceso de formación ha sido un proceso de toma de conciencia con respecto a lo que nos alimenta, desde la comida que nos nutre, pero también las bebidas y también las relaciones que nos hacen mejores, las que nos acompañan en las dificultades y comparten solidaridad, con las que intercambiamos puntos de vista y diálogos de saberes.”

No hemos llegado a vivir por completo del mezcal. Ni siquiera los productores lo hacen. Entendemos que para eso es meter otras prácticas, meter más presión, otros públicos y eso excluiría a nuestra gente de poder vender un mezcal porque eso implica buscar otros espacios, otra gente, venderlo a otros precios, hablar puro inglés… Pero el proyecto cada vez pide más, nos preguntamos ¿Qué tenemos que empezar a hacer a ocho años de existencia para que esto sí se convierta en nuestro sostén con nuestros compañeros? Ya no podemos resistir con uno o dos trabajos más, acabándonos el cuerpo en otros lugares.

Pero tampoco es una opción cambiar nuestro interés ni cómo trabajamos ni con quién. Es decir, nosotros no venderíamos algo que no nos tomaríamos. Este proceso de formación ha sido un proceso de toma de conciencia con respecto a lo que nos alimenta, desde la comida que nos nutre, pero también las bebidas y también las relaciones que nos hacen mejor, las que nos acompañan en las dificultades y comparten solidaridad, con las que intercambiamos puntos de vista y diálogos de saberes. Como dices en el texto sobre ser investigador independiente. Este tipo de dinámicas abre la posibilidad de valorar mejor y más ampliamente y más realmente el conocimiento que es lo que recibimos todo el tiempo. La gente es gente de conocimiento. Eso ha sido un aprendizaje brutal.

EB: ¿Qué hace el Tianguis Mezcalero y cómo está diversificada productiva y logísticamente esta organización?

PR: Primero. Yo empecé con esto por querer aprender de un tema. Empecé a hacer amigos que dedicándose a la producción de mezcal tienen la necesidad de luego comercializarlo. Su experiencia común, negativa, de casi todos —hablando de productores tradicionales y campesinos— son las malas prácticas de comercialización. Malas prácticas que van desde engaños, fraudes, robos, el clásico regateo, coyotaje brutal. El productor es un sujeto fundamental para la existencia del proceso, pero es el que menos voz y retribución tiene por el producto de su trabajo.

Yo no estudié nada de administración de empresas. Eso tiene su virtud, pero también defecto porque luego hay necesidades concretas que no podemos sostener por la forma en que funciona el mercado que, por cierto, nos desagrada. Entonces me empiezo a involucrar consciente o inconscientemente en el proceso de comercialización. Sin saber a que me metía porque yo lo que quería era aprender de mezcal y hablar de mezcal y compartir mezcal. Eso viene implica recibir producto y tener conciencia de los inventarios. Eso se dificulta porque para nuestro contexto vender no necesariamente es cobrar. Vender mezcal y cobrar mezcal van por separado. Hay procesos en medio, que dependiendo de la gente hay que facturar o no, y para eso tenemos que conocer la administración interna de nuestros amigos y otras cosas con las que no estamos familiarizadas.

Hay que encontrar maneras de colaborar y luego resurtir el producto conforme se te va acabando. Para venderlo, promoverlo, y para moverlo conocerlo y buscar espacios. Aprender formas de venta porque un restaurante no es lo mismo que una feria, con quién tienes que hablar. Es una cosa de lenguaje, de códigos porque no es lo mismo hablar frente a un grupo de estudiantes o frente a un gerente que a su vez puede ser de una taquería o de un restaurante de lujo. A ninguno le hablas igual porque son códigos y tratamientos de la bebida distintos.

Hay muchas formas de entender el mezcal y uno tiene que aprender al respecto de eso. Entonces, es organizar un sistema de comercialización, acompañado de mucho conocimiento para la difusión y tiene que generar recursos para la venta, regresarlos a productores y mantener ese circuito corriendo. Entonces, hay que tener una bodega, tener un vehículo y atender horarios. En lo teórico somos una comercializadora, pero como no hacemos solamente eso porque no es un producto convencional, sí implica un montón de otras cosas, aprender a aprender, y poder comunicarlo y encontrar a las personas que estén interesadas que no quieren comprar solamente una botella. Hay un montón de valores sociales, ecológicos, culturales atrás.

mujer sentada con sombrero tradicional de guerrero

EB: ¿A qué retos te enfrentas, cuál es la complejidad de ofrecer un producto no convencional en diferentes tipos de mercados, incluso si tú tienes un nicho de amigos? Qué complejidades tienes al ofrecerle a estos dos mercados o más mercados.

“Si quisiéramos competir no estaríamos haciendo lo que estamos haciendo. Por decir, no tenemos metas comerciales, ventas mínimas, tampoco nos presentamos como expertos.
[…] No queremos un reconocimiento de aplauso, pero sí nos gustaría que la gente distinguiera otras formas de relacionarse, otras formas de adquirir estos mezcales, así de especiales como los comparten las personas en sus casas.”

PR: Me parece que lo que más hemos experimentado los últimos dos años es la dificultad por distinguirnos en la llamada “industria del mezcal” que es el gran contexto de mercado y de quien habla de mezcal como la categoría del mezcal. Es un contexto de restaurantes, de la industria de la hospitalidad y el servicio. En un sentido, somos proveedores de algo. Además, podríamos estar en una sola clasificación, la de proveedor de mezcal, como cualquier otro que se dedique al mezcal. Entonces habiendo tantos eventos de mezcal todo el tiempo, el Tianguis Mezcalero que inició en 2015 cuando no había tantos eventos, pues ahora se encuentra inmerso en una pecera de un montón de opciones. No quiero decir competencia porque si quisiéramos competir no estaríamos haciendo lo que estamos haciendo. Por decir, no tenemos metas comerciales, ventas mínimas al mes, tampoco nos presentamos como expertos, no lo somos, no queremos ser los únicos vistos, no es posible. Tampoco nos ofrecemos como la respuesta a las necesidades y problemas de comercialización de los mezcaleros tradicionales. Ni siquiera podemos, somos dos personas.

No queremos un reconocimiento de aplauso, pero sí nos gustaría que la gente distinguiera otras formas de relacionarse, otras formas de adquirir estos mezcales así de especiales como los comparten las familias en sus casas, tan llenos de identidad y de diversidad en distintos aspectos. Eso en el mercado es difícil verlo porque en una de esas diversidad se entiende como el chingo de etiquetas que existen o como un evento con un montón de mesas y un montón de personas. Eso es complicado porque esto te jala a una carrera con el objetivo de vender y eso es lo que está destruyendo el mezcal. Nosotros no somos dos personas queriendo hacernos un lugar en el mercado, estamos por las relaciones.

EB: Qué has aprendido del mercado convencional, de su semántica o de su estructura que estás segura que el Tianguis Mezcalero no quiere reproducir?

PR: Me molesta mucho el tratamiento clasista que se le da al mezcal que la gente muchas veces cree que paga bien. Es decir, como cuando se habla del mezcal un “espirituoso de alta gama” o que por fin el mezcal está en las buenas y grandes mesas. Conceptos que vienen de las estructuras de clases que han determinado el mundo como si seguir escalando y aspirando a estar arriba es lo que tenemos que hacer. Y una vez estando ahí “ya la armaste”. Eso es más despreciar al mezcal que elogiarlo. Lo de los “destilados premium” y el “fine dinning” está entendido de una manera terrible porque tenemos que preguntarnos de dónde vienen esos lenguajes y comportamientos, y qué reproducen.

“Dicen que por fin el mezcal alcanzó un lugar en quién sabe donde, pero más bien es el mezcal que está desterritorializado, ya ha sido despojado de sus personas, no está a su alcance y todo lo que lo originó, ahora está desquebrajándose.”

Platicaba con Erika y Don Toño de Aguerrido y en un momento mencionaron que celebrarían su aniversario en el pueblo. En un momento, hablando de su comida, a Don Toño se le salió decir que “sí, el campesino come mejor en el campo que acá en la ciudad”. Yo pensé que él lo tenía claro. Me quedé con vergüenza por no poderle ofrecer la comida como cuando ellos me reciben. ¿Qué quiere decir esto de la buena mesa y la bebida de alta gama? Dicen que por fin el mezcal alcanzó un lugar en quién sabe donde, pero más bien es el mezcal que está desterritorializado, ya ha sido despojado de sus personas, no está a su alcance y todo lo que lo originó ahora está desquebrajándose.

Hay que buscar otras formas de presentarlo porque también hay que darse a entender con la gente que solo tiene esos códigos. Es un esfuerzo comprender que personas pueden tener formas de entender muy distintas. Vemos esta profundidad con la comida, con los chefs, con la autoría, con el uso de insumos raros en preparaciones que uno no sabe cómo comerse un plato porque traen humo y espuma. Hiper especializado, hiper trazabilizado además, pero en su barra tienen pura porquería industrial. No les decimos eso, pero sí intentamos hacer reflexionar qué pasa con la falta de concordancia entre su comida y bebida. Ahí hay una oportunidad de contarles por qué es eso.

Ahí hay un nudo que es interesante y que no he podido desenvolver. Es quizá el comportamiento de ciertas élites, los grandes restaurantes tienen convenios con otras grandes empresas que sobre todo venden los mezcales industriales o semi-industriales. Porque la industria también adquirió marcas por cuestiones de estatus. Aunque podamos saber o describir lo industrial como lo de “no más alta calidad”, en el concepto de industrial se empieza a crear un poder económico que termina dando prestigio y estatus a través de sus bebidas. La gente también consume eso.

Volviendo a lo campesino, que se aprecie con todo lo que trae, es decir, con toda esta estética que tú no esperas y que no es más que diferente. Es decir, lo campesino a veces no trae etiqueta o a veces trae una etiqueta que no hizo el diseñador o el gran esteta urbano del último grito de la moda. Nosotros queremos que la gente vea más allá. Pero eso es un problema porque somos consumidores de imagen y de estatus.

EB: Si no ha sido un trabajo redituable desde el aspecto convencional, rentable como negocio, pero es una organización que permite formar otros vínculos de cuidado y afectos que no son visibles para el capitalismo neoliberal, entonces, ¿cómo se sostiene el tianguis a través de los cuidados y afectos?”

PR: Quizá para un entendimiento convencional, me refiero a la estructura del sistema donde vivimos, el tianguis mezcalero y lo que hacemos con el mezcal es un hobby. O sea, la gente tiene momentos para despejarse o descansar luego de todo lo que el mundo exige para sentirse bien, estar contentos, estar con los hijos, para hacer la vida. Cuando no es el momento de ese espacio, una persona está dedicando su vida al trabajo u otra cosa, pero no necesariamente a vivir. Esa es una forma que tenemos en las ciudades para transcurrir, el traslado, los trabajos. Todo sirve para alguien más. Uno recibe un pago por el tiempo de vida que cedemos y que luego disfrutas los domingos.

La realidad del mezcal, la realidad campesina, hasta donde alcanzo a ver, dinámicas previas al trabajo de la fábrica son actividades que hacen y reproducen la vida. Nuestros compañeros viven todos los días, no solo los domingos. Ellos cuando van a la milpa o crían a los animales y cuando hacen el mezcal y la fiesta todo es igual de importante. Eso, nosotros lo podemos entender desde la idea de trabajo y sí, hay mucho trabajo. Nosotros no queremos estar más en actividades que nos enajenen y nos quiten el tiempo de vida para que nos paguen y después vivir un ratito.

Eso ha implicado tener que sacrificar la parte económica. Eso ha querido tomar en cuenta la realidad de nuestro compañeros productores. Hemos tenido que esperar para aprender, para poder tener acceso y para tener aceptación. Seguimos aprendiendo mientras nos damos a conocer para cuestionar nuestra propia realidad, para acompañar y atestiguar las vivencias de ellos, entender los espacios donde han tenido tan malas experiencias porque su trabajo no se respeta ni su producto. No se respeta en sus plenas expresiones. Este organizarse desde el cuidado y los afectos no es rentable porque lo que va a ser rentable es NO tomar en cuenta nada de esto sino ir por el abaratamiento de todos los costos y generar la máxima taza de ganancia a todo costo humano, ambiental y por encima de las cosas. Eso es aprendizaje directo de los compas y los pueblos: el que alguien tenga algo porque todos los demás no lo tienen.

Estamos en un mundo donde su engranaje funciona de cierta forma, y nosotros empezamos al revés. Nos preguntamos ahora, cómo tener una pequeña maquinita que nos permita tener el sostén de esto que ya hemos construido que sea justo, equitativo, respete el trabajo de todos y que no nos lleve a la acumulación, al despojo, descomposición y traición de lo que hemos aprendido y que nos permite seguir estando contentos. El dinero nos sigue dejando pensando en ¿qué pedo con la riqueza y el dinero como máxima aspiración del éxito?

EB: Para que ustedes estén contentos, ¿cuáles han sido las ideas los trabajos y formas de organizarse que los hace lograr esta felicidad?

PR: Eso también ha sido un reto porque vamos cambiando y replanteando que es lo que nos hace felices.

Una de las prioridades es generar las maneras de seguir reuniéndonos. Eso nos pone contentos. Eso implica dialogar, generar ideas, implica planear y repartir tareas y poner a disposición cada uno lo que uno tenga y lo que quiera dar. Implica ser honestos con lo que queremos, con lo que estamos de acuerdo y con lo que no. En un evento del Tianguis Mezcalero pasó que unos compañeros no querían ir a trabajar, sino a disfrutar. No es que no disfrutemos cuando trabajamos, pero sí es una chinga. Y no hubo falla para los demás. Hablamos, nos reorganizamos, quién sustituye a quién, pero el diálogo y la franqueza y anteponer la amistad a cualquier problema nos ayudó. Y no tenerle miedo al conflicto ni a la diferencia. Hay que aprender a gestionar el conflicto porque eso está ahí todo el tiempo, no queremos evitarlo.

“También hemos aprendido otra cosa. Es que esto fue iniciativa de unas personas, unos lugares, unos momentos, pero ahora cuando se hace un evento del Tianguis Mezcalero, definitivamente ya no es de nadie, es ahí donde se comprueba la apuesta común: somos lo que está sucediendo ahora que ocurre de forma parecida y de forma distinta cada vez.”

Aunque cada vez es más difícil porque también hay cosas que se van haciendo más complejas, como el envejecimiento, la gente enferma, hijos... Verdaderamente no tenemos el mismo ímpetu ni de la misma forma que antes. Yo antes no me perdía una sola venta, así fuera una sola botella que me costará más de lo que me dejara. Estos cambios en las personas que hacemos esto también tenemos que tomarlo en cuenta definitivamente. Los propios productores y nuestra responsabilidad con ellos también ha cambiado. Ellos mismos ya no están como hace diez o quince años cuando esperaban una feria a la que les invitaran. Y por eso el tiempo se ha vuelto más preciado. Ahora pensamos que queremos hacer cosas que cada vez valgan más la pena, que nuestros pasos sean más contundentes a pesar de que solamente sea uno. Si hay gente que quiera correr una carrera, está bien. Nosotros queremos hacer otra cosa. O tal vez es porque solo estamos ruqueando. Tenemos que demostrarnos que ya hemos aprendido cosas.

También hemos aprendido otra cosa. Es que esto fue iniciativa de unas personas, unos lugares, unos momentos, pero ahora cuando se hace un evento del Tianguis Mezcalero, definitivamente ya no es de nadie, es ahí donde se comprueba la apuesta común: somos lo que está sucediendo ahora que ocurre de forma parecida y de forma distinta cada vez. Esto también es aprendizaje de los pueblos, “para nosotros nada, para todos todo.” Cuando las personas hablan del Tianguis Mezcalero, “los mezcales del Tianguis” y no hablan de alguien en específico ya conseguimos una cosa más palpablemente colectiva, comunitaria y festiva.

Cinco personas posando para una foto

Anotnio Sonido, Erika Meneses, Refugio Calzada, Paloma Rivera, Faustino Castro.


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