Lo que un pozo me enseñó sobre pensamiento-acción sistémico

Anillo de concreto para estabilizar paredes de pozo

Hace dos años me pidieron hacer un pozo. Los interesados planeaban construirlo para solventar las necesidades hídricas de sus familias en la localidad de clima cálido y seco donde vivían. Yo contesté con suspicacia “sí, pero…” Esta respuesta no solamente significaba el esfuerzo de un humano documentado intentando proponer su visión en una comunidad rural de la que no formaba parte. Es decir, imponer prácticas coloniales sobre otros, un hecho bien común en el ambientalismo y desarrollo social. Soy bien consciente de que puedo ser ese tipo de persona. Pero entiendo bien que los sesgos, no son sólo míos, sino de todas las personas en todos los contextos. Russel Ackoff, pionero en los estudios del pensamiento sistémico y organizacional, cuestiona si en verdad estamos resolviendo los problemas adecuados. Más frecuentemente que no, resolvemos los problemas incorrectos. En la mayoría de los casos, no se trata de que se hayan construido malas soluciones, sino de un mal discernimiento de los problemas y eso tiene que ver con la forma en la que observamos nuestra realidad (Ackoff, 1974). Entonces me pregunté, cuál era el problema que se pretendía resolver: ¿Qué significaba la seguridad hídrica en el pueblo? ¿Hacía falta agua?  Este es un tipo de situación que se puede abordar desde la perspectiva sistémica.

Un pozo en el sistema hidrológico: ¿Por qué no hacer un pozo sin “peros”? 

Para entender la función del pozo en el sistema primero entendamos qué son los sistemas. El pensamiento y la acción sistémica es una forma de fluir en el mundo que trata acerca de encontrar dinámicas de integración en un espacio donde muchos elementos están interrelacionados. Es decir, en lugar de analizar las partes, el objetivo es sintetizar el conjunto de relaciones entre cada una de ellas. Un sistema es un conjunto de cosas que se encuentran en un vínculo de reciprocidad de tal forma que producen su propio patrón de conducta a través del tiempo. Estas afirmaciones tienen implicaciones muy profundas. Donella Meadows da el ejemplo de que el virus de la gripa no ataca a un individuo, sino que el individuo ya tiene las condiciones para que el virus de la gripa pueda prosperar en éste. El virus no actuaría de la misma forma en el cuerpo de otro ser vivo, de otro sistema. Entonces, no es el virus al que tenemos que culpar pues no es el virus el causante, sino la propia capacidad del sistema de reaccionar de esa forma. No hay nadie a quién culpar. Son solamente relaciones que el virus detona en cierto sistema. Igualmente, las acciones de una empresa en un sistema de mercado o de un político administrando un estado nación o un adicto dentro de una adicción. La falta de agua no se debe a la falta de un pozo ni a la falta de lluvia ni siquiera por causa del calentamiento global, aunque todo esto está relacionado.

Concebir el pensamiento sistémico de esta forma es muy subversivo para las mentalidades modernas y occidentales. No existen acciones que sean malas o buenas, sino acciones que en determinado contexto pueden resultar perjudiciales o benéficas o ambas al mismo tiempo. Eso es fundamentalmente diferente al pensamiento linear bajo el cual se percibe una balanza en la que se contraponen fuerzas opuestas. Sistémicamente, podríamos afirmar que el balance no existe. La dinámica sistémica es mejor descrita como procesos cíclicos que se autorregulan. Puede ser bastante desconcertante escuchar esto. Me imagino vívidamente la consternación de alguien mientras cuestiona: “¿Me estás diciendo que el virus de la gripa no causa una enfermedad?” Resulta contraintuitivo y de poco sentido común, pero hay que aceptar que nuestra intuición y nuestro sentido común están entrenados y tienen sesgos sociales, psicológicos y biológicos.

Yo argumento que existen dos razones principales por las cuáles percibimos así: las religiones abrámicas y la modernidad. Por el lado religioso, nos han enseñado un pensamiento dualista: bien-mal, vida-muerte, cuerpo-espíritu y una serie de actitudes que acompañan a estas lógicas, como la culpa y los castigos. Por su parte, la modernidad es el conjunto de pensamientos y prácticas surgidas en el renacimiento sobre la capacidad humana para manipular y conocer el mundo con base en la razón. La ciencia nos permite reducir complejos sistemas a una percepción mecanística de la vida. Conjugado todo esto, es muy difícil ver que los humanos no tenemos el control de los sistemas y que existen relaciones muy enmarañadas que van más allá de lo bueno y lo malo.

Por lo irresistible que es buscar soluciones grandilocuentes y balas de plata se ha resuelto por resolver problemas desde afuera y no desde adentro. Buscar la solución perfecta para el gran problema. Hacemos más complejos los sistemas y creamos soluciones que vienen a traer más complicaciones, mientras que los verdaderos embrollos siguen siendo parte de las condiciones estructurales de los sistemas. El comportamiento es inherente a los sistemas por lo que es necesario buscar soluciones desde adentro. 

Para muestra un botón: Los pozos, a su vez, son pequeños sistemas de extracción de agua subterránea. Anteriormente existían las bombas manuales o la extracción por medio de poleas, pero estos métodos estaban muy limitados por la hermosa capacidad humana de cansarse. La capacidad máxima de extracción estaba unida a la resistencia física de uno o varios individuos para extraer agua. Actualmente el agua se extrae por medio de bombas automáticas que succionan el agua con gran fuerza y velocidad por un periodo extendido de tiempo. Gracias a las nuevas tecnologías también podemos perforar el suelo más profundamente. El resultado es que en muchos sitios la proporción de agua que se extrae es mayor a la cantidad de agua que logra recargarse en los acuíferos del subsuelo. Relacionados a la forma actual de manejo, uso y distribución de los recursos hídricos, los pozos se convirtieron en un problema.

¿Cuál es el enredo? ¿Existe la escasez de agua?

No pretendo decir que los habitantes de aquella comunidad o quienes financiaban el pozo eran ingenuos y no conocían las consecuencias de la sobreexplotación. Por el contrario, del lado de la población pude reconocer los profundos saberes que tienen de su paisaje. Ellas y ellos, incluso las infancias, podían hilar con claridad la red hidrológica de su cuenca y cómo se conectaba al pozo que se pretendía construir, incluso a las narrativas mitopoéticas que incorporaban cuidados al agua. Justamente por eso, es importante reconocer que todos tenemos sesgos. A pesar de que podamos vivir una relación muy íntima con el paisaje, usarlo y, por lo tanto, conocerlo magistralmente, podemos tener sesgos hacia otras perspectivas.

En pensamiento sistémico no tiene mucha coherencia echar culpas y señalar problemas aislados, entonces mejor podemos llamarles enredos. Hay quienes llegan a generar una clasificación llamada “enredos horrorosos” (del inglés wicked mess) debido a que son muy difíciles de afrontar por su complejidad. Tal cual estos enredos son una serie de relaciones enmarañadas que se retroalimentan, a veces se compensan, otras tantas se refuerzan. Como una maraña, a veces tirar de un punto que parece correcto, termina por apretar más todo el enredo. En la realidad, los elementos de estos embrollos se componen de formas de pensar, actitudes, acciones y negligencias, además de que no solo provienen de la agencia humana, sino también de las dinámicas de los ecosistemas. Los ríos, las piedras, la fauna y todas las relaciones ecológicas tienen una forma particular de ser y atributos físicoquímicos específicos que no pueden cambiar arbitrariamente.

Fritjorf Capra, reconocido físico e investigador de pensamiento sistémico, propone que el gran reto de nuestros tiempos es construir y nutrir comunidades diseñadas de tal forma que sus formas de vida no se confronten con la habilidad habitual que ya tienen los diferentes sistemas de vida que coexisten y evolucionan juntos. Los medios nos bombardean con términos como crisis y catástrofe generando un sentimiento de riesgo. Es común escuchar acerca de la escasez y la falta de agua. Bajo estas percepciones de urgencia deseamos implementar soluciones sin pensar en sus consecuencias. Comprometerse con la postura de Capra implica fabricar narrativas desde una apreciación diferente de la realidad donde construyamos a partir de las propias capacidades de los ecosistemas y no las que se confrontan a ellas.

Bajo la narrativa de escasez se ha convertido una necesidad traer más agua a la superficie de los territorios o acaparar más agua subterránea por medio de cisternas. Sin embargo, otra lectura de la realidad también es posible. Como en muchos lugares del mundo, incluso en grandes ciudades, el agua es abundante, pero las desventajas se generan debido a su manejo y la fuente de la que llegan. En aquel pueblo llueve en un año una cantidad inmensamente mayor que la cantidad de agua que ocupan sus habitantes, incluyendo los cultivos que producen. Dentro del sistema de manejo hidrológico en el que vivimos es indispensable voltear la mirada no a los recursos que podemos traer de afuera, sino apreciar las capacidades que ya tenemos. El agua de lluvia es un recurso abundante y gratuito. Actualmente estamos tan acostumbrados al uso de bombas y cisternas que hasta genera dudas el hecho de ocupar el agua de lluvia que pasa por un proceso natural de purificación.

¿Cómo se construye seguridad hídrica de forma sistémica?

La seguridad tampoco se construye con cambios de paradigma ideales, se construye desde la materialidad del presente. Resulta que, en ese momento, la falta de agua ya era inminente. Las actividades productivas no se podían realizar sin que se comprara una pipa de agua que venía de otro pueblo. Así que el primer paso para construir una seguridad sistémica a largo plazo, era cubrir la necesidad material vivida en ese momento. Comprar una pipa cada vez era insostenible.

En mi primera clase de pensamiento sistémico, nuestra maestra nos compartió un modelo de la vida real en el que ella había sido asesora. Se trataba de una situación epidémica por la presencia del mosquito de dengue en una ciudad. En un ejercicio modelado por computadora nos puso a proponer soluciones a este embrollo. Teníamos que integrar una serie de acciones que erradicaran la enfermedad y perjudicaran a la menor cantidad de gente posible. Acciones de corto plazo como fumigar y acciones de largo plazo como educar a la población o construir una ecología resiliente que regulara la actividad de este tipo de plagas. Ya habíamos reflexionado en que las acciones de largo plazo son muy profundas y son las que llegan a generar grandes transformaciones en las estructuras de los sistemas. Sin embargo, cuando solamente se tanteaba con acciones de largo plazo en el modelo, mucha gente terminaba muerta. Las acciones de corto plazo solamente cubrían un hoyo con otro. Así que terminamos concluyendo que las mejores propuestas eran aquellas que se componían de acciones de corto plazo con mentalidad y acciones de largo alcance.

En este lado hicimos lo propio: construimos un pozo, pero acompañamos la construcción por un proceso de reflexión en las formas de uso y planificación del agua hacia el futuro a través de un método de restauración ecológica llamado, manejo integral de cuenca. Poco a poco empezamos por conocernos, compartiendo experiencias y saberes. El mejor aprendizaje para mí fue reforzar la idea de que todas y todos somos expertos en nuestra forma de ver el mundo y para poder entender la de las otras agencias es necesario un poco de empatía y un mucho de escucha. La increíble capacidad que tenía la gente para entender y escuchar su paisaje me sorprendió. La única posibilidad que sentí que había para que hubiera un entendimiento tan profundo es que convivían íntimamente con su territorio. Así que aprendí que quizá la única forma de restaurar nuestros enredos sea el de recuperar la indtimidad entre todas las relaciones que componen a nuestros complejos sistemas.




Referencias:

Ackoff, R. L. (1974). Redesigning the future. New York, 29.

Capra, F., & Luisi, P. L. (2014). The systems view of life: A unifying vision. Cambridge University Press.

Meadows, D. H. (2008). Thinking in systems: A primer. chelsea green publishing.



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